El pasado mayo del 2010 Brigitte Lenoir perdía la vida a 147 metros intentando batir el récord de profundidad. Recientemente otra lamentable pérdida, Agnes Milowka conocida y experta expeleobuceadora dejaba su vida haciendo el más difícil todavía...
Brigitte
Lenoir dominaba la
profundidad, el buceo
técnico, el trimix, el
nitrox, el Heliox y otras
mezclas de gases, que
perfectamente utilizadas en
su proporción, le permitían
alcanzar profundidades
prohibidas para el buceador
convencional. Desde sus
comienzos en el buceo
siempre se sintió atraída
por la profundidad, estar
donde ninguna otra buceadora
autónoma había estado,
y esto es lo que iba
buscando y para lo que se
entrenaba, batir el récord
del mundo femenino de
profundidad.
Su meta era
llegar a los 230 metros y
con ello pulverizar todos
los récords femeninos de
profundidad. Llevaba meses
dedicando todo su tiempo a
la planificación y
entrenamiento en su Suiza
natal, donde existen
numerosos lagos, algunos con
profundidades superiores a
los 300 metros. Fue en el Léman,
donde el 10 de abril del pasado año, lograba alcanzar la
profundidad de 154 metros
con su equipo
Rebreather Megalodon,
batiendo el récord mundial
femenino de inmersión en
lago, con equipo de circuito
cerrado
En mayo se
traslada con todo su equipo
de apoyo y su inseparable
padre a Dahab (Egipto) para
batir otro récord, llegar a
los 200 metros y superar el
récord de los 190 metros que
ostenta la mejicana
Sofía A. Ponce.
El 14 de mayo ocurre la tragedia durante uno de los entrenamientos para llegar a los 200 metros. Alcanza esa profundidad, pero es en el ascenso a 147 metros donde Brigitte pierde el conocimiento, cayendo al fondo arrastrada por el peso de su equipo, nada pudieron hacer sus compañeros, Thierry, Nicolas y Pascal que se encontraban con ella en ese momento. Las causas del trágico accidente apuntan a un fallo en una de las válvulas del Megalodón, lo que le pudo producir una hiperoxia (exceso de oxígeno). Lamentablemente no se ha podido recuperar el Rebreather Megalodón, el excesivo peso, rompió el brazo del ROV a 15 metros de la superficie devolviéndolo nuevamente al fondo, por lo que nunca se podrá saber dónde estuvo el fallo.
El cuerpo de Brigitee fue recuperado por un ROV dos meses después, se encontraba a 260 metros de profundidad en el mismo lugar donde perdió la vida. La tenacidad de su padre que movió cielo y tierra para recuperar el cuerpo de su hija lo hicieron posible.
Recientemente,
otra reconocida y experta
buceadora,
Agnes Milowka,
dejaba su vida en Tank Cave,
una famosa cueva al sur de Australia.
Fue el pasado 27 de febrero cuando Agnes dejó de hacer para siempre lo que mas le apasionaba, el espeleobuceo, y dentro de éste buscando siempre el más difícil todavía. Conocida y admirada por su destreza para meterse entre las grietas y oquedades más angostas, por corrientes y aguas turbias, lugares imposibles para otros, allí buceaba ella. Reclamada para hacer documentales, o para hacer de doble en películas tan importantes como "El Santuario" (Sactum) de James Cameron.
Agnes se encontraba a 20
metros de profundidad en el
interior de una oquedad
inexplorada y de
paso extremadamente
estrecho, al que tuvo acceso
quitando una de sus
botellas, la cual dejó en un
lugar del recorrido como
reserva de aire para la
vuelta, pero parece ser, que
en el trayecto del regreso,
atravesando estrechos pasos
y con la visibilidad muy
reducida por el sedimento,
se quedó sin aire antes de
que pudiese llegar a la
botella de reserva. Había
comenzado la inmersión junto
con un compañero, pero en
algún momento de la
inmersión se separó de él
para adentrase en lo
inexplorado.
Su cuerpo fue recuperado a los tres días, pues a pesar de saber dónde se encontraba, la dificultad de acceso al lugar retrasó el rescate. Poseía el récord femenino de exploración en cuevas de Australia.
Actualmente,
el récord del mundo de
profundidad en agua dulce,
lo sigue ostentando la
africana Verna
Van Schaik de Gauteng, en la
caverna Bushmangat de
Sudáfrica, conseguido el 25
de octubre del 2004, al
descender a los 221 metros
de profundidad, con 34 años
de edad. Tardó 12 minutos en
alcanzar el fondo, teniendo
que hacer 40 paradas de
descompresión con una
duración de 5 horas 27
minutos.
En una reciente entrevista Verna ha confesado que siempre tuvo pánico a la oscuridad y los sitios cerrados hasta cumplidos los 25 años. Su inicio en el buceo fue relativamente lento, poco a poco, en realidad le llevó un año obtener su certificación, y curiosamente, siempre se mantenía alejada de las cuevas y la profundidad.
Fue cuando
vio el récord de profundidad
de Nuno Gómez, que comenzó a
interesarse por los récords
de inmersión, pasó a formar
parte del equipo de apoyo de Nuno, acompañándolo por más
de un año. Fue por los 90
que ya bajaba a
profundidades de 110, 168
metros, batiendo récords de
profundidad de Sudáfrica; le
parecieron fáciles y
asequibles y decidió
prepararse para batir el
récord mundial de los 221
metros. Años de preparación
como buceadora de
profundidad, probando
mezclas de gases y tablas de
descompresión, y todo un año
de duro entrenamiento para
conseguir su meta; "ser la
mujer más profunda".
La
mejicana Sofía A. Ponce
de 23 años, consiguió alcanzar el
récord
femenino en mar el pasado 20
de abril del 2010,
descendiendo a los 190
metros en aguas de Puerto
Escondido, Oxaca (Méjico).
Para la proeza utilizó 7
botellas cargadas con
aire,
trimix
7/67, trimix 10/50,
nitrox 32, nitrox 50 y
nitrox 80. La duración de la
inmersión fue de 144
minutos: 8 para el descenso,
1 en el fondo y 135 para el
ascenso. Para la
descompresión ha utilizado
los programas:
z planner, v planner y GAP
multibank gasmixer.
Fue su carrera de arqueología la que la llevo a la necesidad de bucear y especializarse en arqueología submarina. Comenzó muy joven con el buceo técnico, de la mano del experto instructor de buceo técnico profundo Benedikt Hess, actual entrenador de la joven buceadora.
Sofía tiene clara su meta, llegar a los 230 metros este año y batir el récord de profundidad femenino de Verna Van Schaik, Su preparación es concienzuda: '"Lo más importante para entrenarte no es la profundidad, sino la familiarización y destreza con el equipo que vas a utilizar, saber dónde está cada cosa y cómo gestionarla'" comentó.
El precio del
récord, especialmente en el
caso del buceo profundo,
exige pagos que no entran en
la razón. El
mínimo fallo por muy leve
que éste sea se paga con la
vida. Brigette Lenoir la
dejó con 41 años en el Mar
Rojo, dejando un hijo de 11
años que esperaba a su madre
en la superficie... Agnes Milowka
tan sólo tenía 29 años, pero
basta con ver uno de sus
escalofriantes videos
para entender que su muerte
no sorprendería.
También recordamos a
Audrey Mestre, que murió a
173 metros en el 2002
intentando batir el récord
de Apnea "no limit" femenino,
(a la ESCAFANDRA le ha dedicado
en su día un artículo), y
otras anónimas que se
quedaron en el intento.
Verna Van Schaik, se queda con sus 221 metros y dice que aprendió lo que tenía que aprender, ahora tiene nuevos retos que le ocupan todo su tiempo. Actualmente es propietaria de una empresa de aventuras en Johannesburgo.
Sofía A. Ponce, continúa con su carrera hacia el abismo. Pronto tendremos noticias del resultado de sus aspiraciones, que esperamos y deseamos sean de victoria y de récord. Pese a las tragedias de sus antecesoras, la ilusión, la superación e inquietud la acompañan. Ya se sabe que el ser humano siempre busca retos.
Raffaella Carignano